lunes, 22 de agosto de 2016

VIDA Y MINISTERIO CRISTIANOS GUÍA DE ACTIVIDADES PARA LA REUNIÓN


TESOROS DE LA BIBLIA
Sl 106:1-3. Jehová se merece nuestra gratitud (w15 15/1 pág. 8 párr. 1; w021/6 pág. 18 párr. 19)
 Porque, tal como se predijo, en estos últimos días las personas son cada vez más ingratas (2 Tim. 3:2). Muchas no aprecian lo que Jehová ha hecho por ellas. Debido a la influencia del mundo comercial y su publicidad, millones de personas están obsesionadas con conseguir más cosas en lugar de estar contentas con lo que tienen. Y a nosotros nos podría pasar lo mismo. Como les sucedió a los israelitas, podríamos volvernos desagradecidos y dejar de valorar nuestra preciosa amistad con Jehová y las bendiciones que hemos recibido de él (Sal. 106:7, 11-13). Los israelitas tenían muchas razones para estar agradecidos cuando Jehová los liberó del faraón y su ejército en el mar Rojo. En la actualidad, nosotros también tenemos muchos motivos para darle gracias a Jehová. Claro, al enfrentarnos a circunstancias difíciles podríamos desanimarnos. Pero cuando eso nos ocurra, meditar en las cosas buenas que hemos recibido nos consolará y fortalecerá.
Una de las bendiciones más valiosas que tenemos es saber que Jehová acabará con todo lo que nos causa dolor y angustia. Sea cual sea la dificultad por la que estemos pasando, sabemos que Jehová nunca nos abandonará. Nuestro amoroso Pastor nos da todo lo que necesitamos para servirle con lealtad. Siempre será un “refugio y fuerza, una ayuda que puede hallarse prontamente durante angustias” (Sal. 46:1). Si tenemos muy presentes esas bendiciones, podremos aguantar cualquier situación, por triste que sea. Durante todo este año, meditemos con alegría en las bendiciones que tenemos y demos gracias a Jehová “porque él es bueno; porque su bondad amorosa es hasta tiempo indefinido” (Sal. 106:1).
¿Por qué olvidaron tan rápido los israelitas los actos de salvación de Jehová?
·     Dejaron de pensar en Jehová para centrarse en su bienestar inmediato y en sus intereses.
¿Cómo podemos tener un corazón agradecido y conservarlo?
·     Concentrándonos en las muchas razones que tenemos para estar agradecidos.
·     Meditando en nuestra esperanza.
·     Dando gracias a Jehová por cosas específicas.
(Salmo 106:1-3) ¡Alaben a Jah! Den gracias a Jehová, porque él es bueno; porque su bondad amorosa es hasta tiempo indefinido. 2 ¿Quién puede proferir las poderosas ejecuciones de Jehová, [o] puede hacer que toda la alabanza de él sea oída?
  Felices son los que observan lo justo, que hacen justicia todo el tiempo. *** w15 15/1 pág. 8 párr.  Demos gracias a Jehová
 *** JEHOVÁ, la fuente de “toda dádiva buena y todo don perfecto”, merece nuestra gratitud (Sant. 1:17). Como Pastor amoroso, cuida de nuestras necesidades físicas y espirituales (Sal. 23:1-3). Ha demostrado ser nuestro “refugio y fuerza”, especialmente en momentos de angustia (Sal. 46:1). Por eso, nos sentimos como el salmista que escribió: “Den gracias a Jehová, porque él es bueno; porque su [amor leal] es hasta tiempo indefinido”, para siempre (Sal. 106:1). *** w02 1/6 pág. 18 párr. 19

 Deleitémonos en la justicia de Jehová *** 19 En estos días peligrosos e inestables, deleitarnos en la justicia de Jehová nos brinda seguridad y protección. A las preguntas: “Oh Jehová, ¿quién será huésped en tu tienda? ¿Quién residirá en tu santa montaña?”, el rey David respondió: “El que está andando exento de falta y practicando la justicia” (Salmo 15:1, 2). Si vamos tras la justicia divina y nos deleitamos en ella, mantendremos una buena relación con Dios y seguiremos contando con su favor y bendición. Como consecuencia, disfrutaremos de paz interior, y una vida satisfactoria y digna. “El que sigue tras la justicia y la bondad amorosa hallará vida, justicia y gloria”, señalan las Escrituras (Proverbios 21:21). Además, esforzarnos al máximo por ser justos en todo aspecto se traducirá en relaciones personales felices y una mejor calidad de vida, tanto en sentido moral como espiritual. El salmista indicó: “Felices son los que observan lo justo, que hacen justicia todo el tiempo” (Salmo 106:3).


Sl 106:7-14, 19-25, 35-39. Los israelitas fueron desagradecidos y se hicieron se hicieron infieles w01 15/6 pág. 13 párrs. 1-3).
 No nos hagamos oidores olvidadizos ***
INOLVIDABLES”: esta es una buena palabra para calificar los milagros que hizo Jehová en el antiguo Egipto. No hay duda de que cada una de las diez plagas fue imponente. A ellas les siguió la asombrosa liberación del pueblo de Israel cuando Dios dividió las aguas del mar Rojo (Deuteronomio 34:10-12). De haber sido testigos de aquellos sucesos, seguramente nunca hubiéramos olvidado al Responsable de ellos. Sin embargo, el salmista cantó: “[Los israelitas] olvidaron a Dios su Salvador, el Hacedor de cosas grandes en Egipto, de obras maravillosas en la tierra de Cam, de cosas inspiradoras de temor en el mar Rojo” (Salmo 106:21, 22).
 ¿Qué demuestra que la gratitud de Israel por las obras poderosas de Dios fue efímera?
 Tras cruzar el mar Rojo, Israel “empezó a temer a Jehová y a poner fe en Jehová” (Éxodo 14:31). Los varones israelitas cantaron con Moisés una canción de victoria dedicada a Jehová, y Míriam y otras mujeres respondieron tocando panderetas y bailando (Éxodo 15:1, 20). En efecto, al pueblo de Dios le impresionaron Sus actos poderosos. Pese a ello, su gratitud a Aquel que realizó dichas obras fue efímera. Poco después, muchos se comportaron como si hubiesen sufrido una pérdida total de memoria. Murmuraron y se quejaron contra Jehová, y algunos cayeron en la idolatría y la inmoralidad sexual (Números 14:27; 25:1-9).
¿Qué podría hacer que olvidáramos las obras de Dios?
. ¿Qué es posible que olvidemos por causa de nuestra naturaleza imperfecta?
 La falta de agradecimiento de los israelitas es, desde luego, desconcertante. Con todo, a nosotros pudiera ocurrirnos lo mismo. Es verdad que no hemos presenciado milagros de Dios como los mencionados, pero en nuestra relación con él ha habido, sin duda, ocasiones inolvidables. Algunos quizá recordemos el día que aceptamos la verdad bíblica. Otros momentos alegres fueron la ocasión en que oramos a Jehová para dedicarnos y nuestro bautismo en agua como cristianos verdaderos. Muchos hemos experimentado la ayuda de Jehová en otras etapas de la vida (Salmo 118:15). Por encima de todo se encuentra el hecho de que hemos recibido la esperanza de la salvación mediante la muerte en sacrificio del propio Hijo de Dios, Jesucristo (Juan 3:16). No obstante, al vernos provocados por los deseos impropios y agobiados por las inquietudes de la vida, es posible que olvidemos con demasiada facilidad, por causa de nuestra naturaleza imperfecta, todo lo bueno que Jehová ha hecho por nosotros.

Sl 106:4, 5, 48. Tenemos muchas cosas que agradecerle a Jehová (w1115/10 pág. 5 párr. 7; 
Afortunadamente, las circunstancias que tenemos los cristianos y el espíritu que demostramos son muy diferentes. El apóstol Pablo nos exhorta: “Regocíjense siempre” (1 Tes. 5:16). Contamos con muchas razones para sentirnos así y compartir juntos nuestra alegría. Adoramos a Jehová, el Dios Altísimo; comprendemos el mensaje de la verdad transmitido en la Biblia; abrigamos la esperanza de recibir la salvación y la vida eterna, y tenemos el placer de ayudar a la gente a conseguir estas mismas bendiciones (Sal. 106:4, 5; Jer. 15:16; Rom. 12:12).
Sentimos una deuda de gratitud con Jehová Dios, quien nos ha creado y nos ha dado la vida, en especial cuando pensamos en algunas de las tantas dádivas que nos ha prodigado (Santiago 1:17). La vida es un don por el que le damos gracias a diario (Salmo 36:9). A nuestro alrededor observamos muchísimas creaciones magistrales de Jehová, como el Sol, la Luna y las estrellas. El abundante almacén de minerales que sustentan la vida en nuestro planeta, la mezcla de gases vitales en delicado equilibrio de nuestra atmósfera y los intrincados ciclos de la naturaleza testifican de la deuda que tenemos con nuestro amoroso Padre celestial. El rey David expresó en canción: “Muchas cosas has hecho tú mismo, oh Jehová Dios mío, aun tus maravillosas obras y tus pensamientos para con nosotros; no hay nadie que pueda ser comparado a ti. Si me inclinara a informar y hablar de ellos, han llegado a ser más numerosos de lo que yo pueda relatar” (Salmo 40:5)..
 ¿Por qué debemos agradecer a Jehová el compañerismo que encontramos en nuestras congregaciones?
 Aunque los siervos de Jehová no vivimos en ningún paraíso físico ni mucho menos, sí disfrutamos de un paraíso en sentido espiritual. Cuando asistimos al Salón del Reino y a las asambleas, vemos en acción el fruto del espíritu de Dios en nuestros hermanos. De hecho, al predicar a personas poco o nada religiosas, algunos Testigos primero aluden a las palabras que escribió Pablo a los gálatas en cuanto a “las obras de la carne” y luego les preguntan qué opinan al respecto (Gálatas 5:19-23). La mayoría admite enseguida que tal descripción caracteriza a la sociedad humana de hoy día. Cuando se les muestran los aspectos del fruto del espíritu de Dios y se les invita al Salón del Reino para que vean por sí mismas cómo se manifiestan, muchas reconocen: “Dios verdaderamente está entre ustedes” (1 Corintios 14:25). Y esto no se limita solo al Salón del Reino. Sin importar a qué lugar del mundo vayamos, encontramos el mismo espíritu gozoso y feliz cuando estamos con cualquiera de los más de seis millones de testigos de Jehová. En verdad, este fortalecedor compañerismo es motivo para dar gracias a Jehová, quien lo hace posible mediante su espíritu (Sofonías 3:9; Efesios 3:20, 21)..
¿Cómo demostramos nuestro agradecimiento por la mayor dádiva de Dios, el rescate?
 La mayor dádiva, el regalo más perfecto que Jehová nos ha dado, es su Hijo, Jesús, mediante quien se suministró el sacrificio redentor. El apóstol Juan escribió: “Si Dios nos amó así a nosotros, entonces nosotros mismos estamos obligados a amarnos unos a otros” (1 Juan 4:11). Así es, nuestro agradecimiento por el rescate no solo se manifiesta expresando a Jehová nuestro amor y gratitud, sino también amando a los demás (Mateo 22:37-39).
Podemos aprender más sobre la manera de expresar gratitud examinando la relación de Jehová con el antiguo Israel. Dios enseñó a aquel pueblo muchas lecciones mediante la Ley que dio a la nación por medio de Moisés. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario