domingo, 21 de agosto de 2016

QUIEN LO DISEÑO PRIMERO

 “Las cualidades invisibles de él se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad” (Romanos 1:20). 
Las cajas de cambios y los reactores mantienen al mundo en movimiento. Pero ¿sabía el lector que la naturaleza también nos supera en estos diseños? Examinemos la caja de cambios. Este dispositivo permite modificar la marcha del vehículo para utilizar el motor del modo más eficiente. La caja de cambios natural hace lo mismo, pero no conecta el motor con las ruedas, sino unas alas con otras. ¿Dónde se encuentra? En la mosca común, que tiene conectada a sus alas una caja que le permite cambiar a una de tres velocidades en pleno vuelo.

El calamar, el pulpo y el nautilo se mueven por el agua gracias a la propulsión a chorro. Estos reactores son la envidia de los científicos, pues están constituidos por órganos blandos irrompibles, resistentes a las profundidades, silenciosos y eficientes. De hecho, el calamar alcanza una velocidad de hasta 32 kilómetros por hora cuando huye de sus predadores, “y a veces llega a saltar fuera del agua y caer en la cubierta de algún barco”, señala el libro Wild Technology.

Honra a quien honra merece
En 1957, el ingeniero suizo George de Mestral reparó en que los pequeños abrojos que se adherían con tenacidad a su ropa estaban cubiertos de ganchitos. Al estudiar aquellos frutos y sus diminutos ganchos, se le encendió la creatividad y dedicó los siguientes ocho años a elaborar un equivalente sintético. Su invento cautivó inmediatamente al mundo, y hoy recibe un nombre muy familiar: velcro.
Imaginémonos cómo se habría sentido el señor de Mestral si al público se le hubiese dicho que el velcro no lo había diseñado nadie, que no era más que el resultado de una cadena de miles de accidentes ocurridos dentro de un taller. Es obvio que la justicia exige dar honra a quien honra merece. Con este fin, los inventores de este mundo recurren a las patentes. En efecto, parece lógico que los seres humanos reciban reconocimientos, compensaciones económicas y hasta elogios por sus creaciones, que suelen ser imitaciones de inferior calidad de diseños del mundo natural. Entonces, ¿no debería nuestro sabio Creador recibir la honra por sus originales perfectos?
Revelación (Apocalipsis) 4:11: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas”. En efecto, el Gran Diseñador es Jehová, 
  • ¡Despertad! 2000

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