martes, 17 de enero de 2017

REUNIÓN COMPLETA 16-22 de enero

TESOROS DE LA BIBLIA

TESOROS DE LA BIBLIA | ISAÍAS 34-37

Ezequías vio recompensada su fe


El rey asirio Senaquerib envió al Rabsaqué a Jerusalén para exigir la rendición de la ciudad. Los asirios utilizaron varios argumentos para que los judíos se rindieran sin pelear.

Aislamiento. Aliarse con Egipto no sería de ninguna ayuda (Isa 36:6). ¡Mira! Has confiado en el sostén de esta caña quebrantada, en Egipto, la cual, si un hombre se apoyara en ella, ciertamente entraría en la palma de su mano y la traspasaría. Así es Faraón el rey de Egipto para todos los que cifran su confianza en él


Duda. Jehová no los salvaría porque estaba disgustado con ellos (Isa 36:7, 10). Y en caso de que me digas: ‘Es en Jehová nuestro Dios en quien hemos confiado’, ¿no es este aquel cuyos lugares altos y cuyos altares Ezequías ha quitado, mientras dice a Judá y Jerusalén: ‘Ante este altar deben inclinarse’?”’. 10 Y ahora, ¿será sin autorización de parte de Jehová como he subido contra este país para arruinarlo? Jehová mismo me dijo: ‘Sube contra este país, y tienes que arruinarlo’”.

Intimidación. No tenían ninguna posibilidad de vencer al poderoso ejército asirio (Isa 36:8, 9). Ahora, pues, sírvete hacer una apuesta con mi señor el rey de Asiria, y déjame darte dos mil caballos, [para ver] si puedes, por tu parte, poner jinetes sobre ellos. 9 ¿Cómo, pues, podrías volver atrás el rostro de un solo gobernador de los siervos más pequeños de mi señor, mientras tú, por tu parte, cifras tu confianza en Egipto por carros y por hombres de a caballo?


Tentación. Si se rendían a los asirios, su vida mejoraría (Isa 36:16, 17). No escuchen a Ezequías, porque esto es lo que ha dicho el rey de Asiria: “Háganme una capitulación y salgan a mí, y coma cada cual de su propia vid y cada cual de su propia higuera, y beba cada cual el agua de su propia cisterna, 17 hasta que yo venga y realmente los lleve a una tierra semejante a su propia tierra, una tierra de grano y vino nuevo, una tierra de pan y viñas;

Ezequías tuvo una fe inquebrantable en Jehová

(Isa 37:1, 2) Y aconteció que, tan pronto como el rey Ezequías lo oyó, inmediatamente rasgó sus prendas de vestir y se cubrió de saco y entró en la casa de Jehová. 2 Además, envió a Eliaquim, que estaba sobre la casa, y a Sebná el secretario, y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de saco, a Isaías hijo de Amoz el profeta.
(Isa 37:14-20) Entonces Ezequías tomó las cartas de la mano de los mensajeros y las leyó, después de lo cual Ezequías subió a la casa de Jehová y extendió aquello delante de Jehová. 15 Y Ezequías se puso a orar a Jehová, diciendo: 16 “Oh Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel, sentado sobre los querubines, tú solo eres el Dios [verdadero] de todos los reinos de la tierra. Tú mismo has hecho los cielos y la tierra. 17 Inclina tu oído, oh Jehová, y oye. Abre tus ojos, oh Jehová, y ve, y oye todas las palabras de Senaquerib que él ha enviado para desafiar con escarnio al Dios vivo. 18 Es un hecho, oh Jehová, que los reyes de Asiria han devastado todas las tierras, y su propia tierra. 19 Y hubo una entrega de sus dioses al fuego, porque no eran dioses, sino la hechura de manos de hombre, madera y piedra, de modo que los destruyeron. 20 Y ahora, oh Jehová nuestro Dios, sálvanos de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que tú, oh Jehová, eres [Dios], tú solo”.
(Isa 37:36) Y el ángel de Jehová procedió a salir y a derribar a ciento ochenta y cinco mil [hombres] en el campamento de los asirios. Cuando la gente se levantó muy de mañana, pues, allí estaban todos, cadáveres muertos.
Hizo todo lo que pudo para preparar la ciudad para el asedio.
Le oró a Jehová para pedirle que los salvara y fortaleció la fe que el pueblo tenía en Jehová.
Vio recompensada su fe cuando Jehová envió un ángel que mató a 185.000 soldados asirios en una sola noche.


Isa 36:1, 4-10, 15, 18-20(Isa 36:1) Ahora bien, en el año catorce del rey Ezequías aconteció que Senaquerib el rey de Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá y procedió a apoderarse de ellas.
(Isa 36:4-10) Por consiguiente, Rabsaqué les dijo: “Por favor, digan a Ezequías: ‘Esto es lo que ha dicho el gran rey, el rey de Asiria: “¿Qué es esta confianza en que has confiado? 5 Has dicho (pero es la palabra de labios): ‘Hay consejo y poderío para la guerra’. Ahora bien, ¿en quién has cifrado confianza, para que te hayas rebelado contra mí? 6 ¡Mira! Has confiado en el sostén de esta caña quebrantada, en Egipto, la cual, si un hombre se apoyara en ella, ciertamente entraría en la palma de su mano y la traspasaría. Así es Faraón el rey de Egipto para todos los que cifran su confianza en él. 7 Y en caso de que me digas: ‘Es en Jehová nuestro Dios en quien hemos confiado’, ¿no es este aquel cuyos lugares altos y cuyos altares Ezequías ha quitado, mientras dice a Judá y Jerusalén: ‘Ante este altar deben inclinarse’?”’. 8 Ahora, pues, sírvete hacer una apuesta con mi señor el rey de Asiria, y déjame darte dos mil caballos, [para ver] si puedes, por tu parte, poner jinetes sobre ellos. 9 ¿Cómo, pues, podrías volver atrás el rostro de un solo gobernador de los siervos más pequeños de mi señor, mientras tú, por tu parte, cifras tu confianza en Egipto por carros y por hombres de a caballo? 10 Y ahora, ¿será sin autorización de parte de Jehová como he subido contra este país para arruinarlo? Jehová mismo me dijo: ‘Sube contra este país, y tienes que arruinarlo’”.
(Isa 36:15) Y no los haga confiar Ezequías en Jehová, diciendo: “Sin falta Jehová nos librará. Esta ciudad no será dada en la mano del rey de Asiria”.
(Isa 36:18-20) para que Ezequías no los ilusione, diciendo: ‘Jehová mismo nos librará’. ¿Acaso los dioses de las naciones han librado cada cual a su propio país de la mano del rey de Asiria? 19 ¿Dónde están los dioses de Hamat y Arpad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim? ¿Y han librado ellos a Samaria de mi mano? 20 ¿Quiénes hay entre todos los dioses de estos países que hayan librado su país de mi mano, para que Jehová libre a Jerusalén de mi mano?”’”.
Los asirios desafiaron a Jehová y amenazaron a su pueblo (ip-1 págs. 386-388 párrs. 7-14).
7. ¿Quién es Rabsaqué, y con qué propósito se le envía a Jerusalén?
7 A fin de exigir la rendición de Jerusalén, Senaquerib envía a la ciudad a Rabsaqué (término que corresponde a un título militar, no a un nombre personal), y a otros dos dignatarios (2 Reyes 18:17). Tres representantes de Ezequías salen a su encuentro fuera de las murallas: Eliaquim, el supervisor de la casa del rey; Sebná, el secretario, y Joah, el hijo de Asaf el registrador (Isaías 36:2, 3).
(2Re 18:17) Y el rey de Asiria procedió a enviar a Tartán y a Rabsarís y a Rabsaqué desde Lakís al rey Ezequías con una pesada fuerza militar a Jerusalén, para que subieran y llegaran a Jerusalén. De manera que subieron y llegaron y se detuvieron junto al conducto del estanque superior, que está en la calzada del campo del lavandero.
(Isa 36:2, 3) Y el rey de Asiria por fin envió a Rabsaqué desde Lakís a Jerusalén, al rey Ezequías, con una pesada fuerza militar, y él procedió a detenerse junto al conducto del estanque superior, en la calzada del campo del lavandero. 3 Entonces salieron a él Eliaquim hijo de Hilquías, que estaba sobre la casa, y Sebná el secretario, y Joah hijo de Asaf el registrador.
8. ¿Cómo intenta Rabsaqué socavar la resistencia de Jerusalén?
8 El objetivo de Rabsaqué es muy simple: convencer a Jerusalén de que se rinda sin ofrecer resistencia. En primer lugar, grita en hebreo: “¿Qué es esta confianza en que has confiado? [...], ¿en quién has cifrado confianza, para que te hayas rebelado contra mí?” (Isaías 36:4, 5). Luego se burla de los asustados judíos recordándoles que están completamente solos. ¿A quién pueden recurrir? ¿A Egipto, esa “caña quebrantada”(Isaías 36:6.) En estos momentos, Egipto de veras parece una caña quebrantada. De hecho, Etiopía ha conquistado temporalmente a esta anterior potencia mundial, y su actual Faraón, el rey Tirhaqá, no es egipcio, sino etíope, y Asiria está a punto de derrotarlo (2 Reyes 19:8, 9). Egipto no es capaz ni de salvarse a sí mismo, así que mal podrá ayudar a Judá.
(Isa 36:4, 5) Por consiguiente, Rabsaqué les dijo: “Por favor, digan a Ezequías: ‘Esto es lo que ha dicho el gran rey, el rey de Asiria: “¿Qué es esta confianza en que has confiado? 5 Has dicho (pero es la palabra de labios): ‘Hay consejo y poderío para la guerra’. Ahora bien, ¿en quién has cifrado confianza, para que te hayas rebelado contra mí?
(Isa 36:6) ¡Mira! Has confiado en el sostén de esta caña quebrantada, en Egipto, la cual, si un hombre se apoyara en ella, ciertamente entraría en la palma de su mano y la traspasaría. Así es Faraón el rey de Egipto para todos los que cifran su confianza en él.
(2Re 19:8, 9) Después de aquello Rabsaqué regresó y halló al rey de Asiria peleando contra Libná; pues había oído que este había partido de Lakís. 9 Oyó decir respecto a Tirhaqá el rey de Etiopía: “Mira que ha salido a pelear contra ti”. Por lo tanto, volvió a enviar mensajeros a Ezequías, diciendo:
9. Al parecer, ¿qué induce a Rabsaqué a pensar que Jehová abandonaría a Su pueblo, pero cuál es la realidad?
9 Acto seguido, Rabsaqué argumenta que, puesto que Jehová está disgustado con Su pueblo, no luchará a favor de él. Declara: “En caso de que me digas: ‘Es en Jehová nuestro Dios en quien hemos confiado’, ¿no es este aquel cuyos lugares altos y cuyos altares Ezequías ha quitado?” (Isaías 36:7). Por supuesto, al demoler los lugares altos y los altares del país, los judíos no han rechazado a Jehová, sino que, en realidad, han regresado a él.
(Isa 36:7) Y en caso de que me digas: ‘Es en Jehová nuestro Dios en quien hemos confiado’, ¿no es este aquel cuyos lugares altos y cuyos altares Ezequías ha quitado, mientras dice a Judá y Jerusalén: ‘Ante este altar deben inclinarse’?”’.
10. ¿Por qué no importa que los defensores de Judá sean numerosos o sean escasos?
10 Rabsaqué pasa a recordar a los judíos la abrumadora superioridad militar de los asirios. Con arrogancia lanza este desafío: “Déjame darte dos mil caballos, para ver si puedes, por tu parte, poner jinetes sobre ellos” (Isaías 36:8). Ahora bien, ¿en realidad importa que la caballería adiestrada de la nación sea numerosa o sea escasa? No, pues la salvación de Judá no depende de que su poderío militar sea superior. Proverbios 21:31 lo explica así: “El caballo es algo preparado para el día de la batalla, pero la salvación pertenece a Jehová”. Luego, Rabsaqué afirma que la bendición de Jehová está con los asirios, no con los judíos. De otro modo —arguye—, Asiria no podría haberse adentrado tanto en el territorio de Judá (Isaías 36:9, 10).
(Isa 36:8) Ahora, pues, sírvete hacer una apuesta con mi señor el rey de Asiria, y déjame darte dos mil caballos, [para ver] si puedes, por tu parte, poner jinetes sobre ellos.
(Pr 21:31) El caballo es algo preparado para el día de la batalla, pero la salvación pertenece a Jehová.
(Isa 36:9, 10) ¿Cómo, pues, podrías volver atrás el rostro de un solo gobernador de los siervos más pequeños de mi señor, mientras tú, por tu parte, cifras tu confianza en Egipto por carros y por hombres de a caballo? 10 Y ahora, ¿será sin autorización de parte de Jehová como he subido contra este país para arruinarlo? Jehová mismo me dijo: ‘Sube contra este país, y tienes que arruinarlo’”.
11, 12. a) ¿Por qué insiste Rabsaqué en hablar en “el lenguaje de los judíos”, y cómo trata de tentar a sus oyentes? b) ¿Qué efecto podrían tener en los judíos las palabras de Rabsaqué?
11 Los funcionarios judíos que representan a Ezequías están preocupados por el efecto que los argumentos de Rabsaqué puedan tener en los hombres que los oyen desde lo alto de la muralla, de modo que hacen esta solicitud: “Habla, por favor, a tus siervos en el lenguaje siríaco, porque estamos escuchando; y no nos hables en el lenguaje de los judíos a oídos de la gente que está sobre el muro” (Isaías 36:11). Pero Rabsaqué no tiene ninguna intención de hablar en siríaco, pues desea sembrar la duda y el temor entre los judíos para que se rindan y Jerusalén caiga sin luchar (Isaías 36:12). Por consiguiente, el asirio habla de nuevo en “el lenguaje de los judíos” y advierte a los habitantes de Jerusalén: “No los engañe Ezequías, porque él no puede librarlos”. Entonces procura tentar a sus oyentes con una descripción de lo que podría ser su vida bajo el dominio asirio: “Háganme una capitulación y salgan a mí, y coma cada cual de su propia vid y cada cual de su propia higuera, y beba cada cual el agua de su propia cisterna, hasta que yo venga y realmente los lleve a una tierra semejante a su propia tierra, una tierra de grano y vino nuevo, una tierra de pan y viñas” (Isaías 36:13-17).
12 Los judíos no podrán segar este año, pues la invasión asiria les ha impedido sembrar los campos. La perspectiva de comer uvas jugosas y beber agua fresca debe de ser muy atractiva para los hombres que escuchan desde la muralla. Pero los intentos de Rabsaqué de socavar la resistencia de la nación aún no han acabado.
(Isa 36:11) Ante esto, Eliaquim y Sebná y Joah dijeron a Rabsaqué: “Habla, por favor, a tus siervos en el lenguaje siríaco, porque estamos escuchando; y no nos hables en el lenguaje de los judíos a oídos de la gente que está sobre el muro”.
(Isa 36:12) Pero Rabsaqué dijo: “¿Acaso es a tu señor y a ti a quienes me ha enviado mi señor a hablar estas palabras? ¿No es a los hombres que se hallan sentados sobre el muro, para que ellos coman su propio excremento y beban sus propios orines con ustedes?”.
(Isa 36:13-17) Y Rabsaqué continuó de pie y clamando en alta voz en el lenguaje de los judíos, y pasó a decir: “Oigan las palabras del gran rey, el rey de Asiria. 14 Esto es lo que ha dicho el rey: ‘No los engañe Ezequías, porque él no puede librarlos. 15 Y no los haga confiar Ezequías en Jehová, diciendo: “Sin falta Jehová nos librará. Esta ciudad no será dada en la mano del rey de Asiria”. 16 No escuchen a Ezequías, porque esto es lo que ha dicho el rey de Asiria: “Háganme una capitulación y salgan a mí, y coma cada cual de su propia vid y cada cual de su propia higuera, y beba cada cual el agua de su propia cisterna, 17 hasta que yo venga y realmente los lleve a una tierra semejante a su propia tierra, una tierra de grano y vino nuevo, una tierra de pan y viñas;
13, 14. Pese a los argumentos de Rabsaqué, ¿por qué no es aplicable a la situación de Judá lo que le ocurrió a Samaria?
13 El portavoz asirio utiliza otra arma verbal de su arsenal de argumentos. Advierte a los judíos que no crean a Ezequías si les dice: “Jehová mismo nos librará”. Rabsaqué les recuerda que los dioses de Samaria fueron incapaces de impedir que los asirios vencieran a las diez tribus. ¿Y qué decir de los dioses de las demás naciones que Asiria ha conquistado? “¿Dónde están los dioses de Hamat y Arpad? —pregunta—. ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim? ¿Y han librado ellos a Samaria de mi mano?” (Isaías 36:18-20.)
14 Claro está que Rabsaqué, siendo adorador de dioses falsos, no comprende que existe una gran diferencia entre la apóstata Samaria y la Jerusalén gobernada por Ezequías. Los dioses falsos del reino norteño de diez tribus no tenían poder para librarlo (2 Reyes 17:7, 17, 18). En cambio, durante el reinado de Ezequías, Jerusalén les ha vuelto la espalda a los dioses falsos y sirve de nuevo a Jehová. Pero los tres representantes judíos no tratan de explicárselo a Rabsaqué. “Continuaron callados y no le respondieron palabra, pues fue el mandamiento del rey, que dijo: ‘No deben contestarle’.” (Isaías 36:21.) Eliaquim, Sebná y Joah regresaron para presentar a Ezequías un informe oficial de las palabras de Rabsaqué (Isaías 36:22).

Isa 37:1, 2, 14-20(Isa 37:1, 2) Y aconteció que, tan pronto como el rey Ezequías lo oyó, inmediatamente rasgó sus prendas de vestir y se cubrió de saco y entró en la casa de Jehová. 2 Además, envió a Eliaquim, que estaba sobre la casa, y a Sebná el secretario, y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de saco, a Isaías hijo de Amoz el profeta.
(Isa 37:14-20) Entonces Ezequías tomó las cartas de la mano de los mensajeros y las leyó, después de lo cual Ezequías subió a la casa de Jehová y extendió aquello delante de Jehová. 15 Y Ezequías se puso a orar a Jehová, diciendo: 16 “Oh Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel, sentado sobre los querubines, tú solo eres el Dios [verdadero] de todos los reinos de la tierra. Tú mismo has hecho los cielos y la tierra. 17 Inclina tu oído, oh Jehová, y oye. Abre tus ojos, oh Jehová, y ve, y oye todas las palabras de Senaquerib que él ha enviado para desafiar con escarnio al Dios vivo. 18 Es un hecho, oh Jehová, que los reyes de Asiria han devastado todas las tierras, y su propia tierra. 19 Y hubo una entrega de sus dioses al fuego, porque no eran dioses, sino la hechura de manos de hombre, madera y piedra, de modo que los destruyeron. 20 Y ahora, oh Jehová nuestro Dios, sálvanos de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que tú, oh Jehová, eres [Dios], tú solo”.
Ezequías depositó su confianza en Jehová (ip-1 págs. 389-391 párrs. 15-17).
15. a) ¿A qué decisión se enfrenta ahora Ezequías? b) ¿Cómo tranquiliza Jehová a su pueblo?
15 El rey Ezequías tiene que decidir si Jerusalén se rendirá a los asirios, se aliará con Egipto o se mantendrá firme y luchará. Se halla bajo una gran presión. Va al templo de Jehová, y además envía a Eliaquim, a Sebná y a los ancianos de los sacerdotes para que pregunten a Jehová por medio del profeta Isaías (Isaías 37:1, 2). Vestidos de saco, los emisarios del rey se dirigen a Isaías y le dicen: “Este día es día de angustia y de reprensión y de insolencia desdeñosa [...]. Tal vez Jehová tu Dios oiga las palabras de Rabsaqué, a quien el rey de Asiria su señor envió para desafiar con escarnio al Dios vivo, y realmente le pida cuenta por las palabras que Jehová tu Dios ha oído” (Isaías 37:3-5). En efecto, los asirios están desafiando al Dios vivo. ¿Prestará Él atención a sus provocaciones? Por medio de Isaías, Jehová tranquiliza al pueblo judío: “No tengas miedo a causa de las palabras que has oído, con las cuales hablaron injuriosamente de mí los servidores del rey de Asiria. Mira, voy a poner en él un espíritu, y tendrá que oír un informe y regresar a su propia tierra; y ciertamente haré que caiga a espada en su propia tierra” (Isaías 37:6, 7).
(Isa 37:1, 2) Y aconteció que, tan pronto como el rey Ezequías lo oyó, inmediatamente rasgó sus prendas de vestir y se cubrió de saco y entró en la casa de Jehová. 2 Además, envió a Eliaquim, que estaba sobre la casa, y a Sebná el secretario, y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de saco, a Isaías hijo de Amoz el profeta.
(Isa 37:3-5) Y ellos procedieron a decirle: “Esto es lo que ha dicho Ezequías: ‘Este día es día de angustia y de reprensión y de insolencia desdeñosa, porque los hijos han llegado hasta la boca de la matriz, y no hay poder para dar a luz. 4 Tal vez Jehová tu Dios oiga las palabras de Rabsaqué, a quien el rey de Asiria su señor envió para desafiar con escarnio al Dios vivo, y realmente le pida cuenta por las palabras que Jehová tu Dios ha oído. Y tienes que elevar oración a favor del resto que se puede hallar’”. 5 De manera que los siervos del rey Ezequías entraron a donde Isaías.
(Isa 37:6, 7) Entonces Isaías les dijo: “Esto es lo que deben decir a su señor: ‘Esto es lo que ha dicho Jehová: “No tengas miedo a causa de las palabras que has oído, con las cuales hablaron injuriosamente de mí los servidores del rey de Asiria. 7 Mira, voy a poner en él un espíritu, y tendrá que oír un informe y regresar a su propia tierra; y ciertamente haré que caiga a espada en su propia tierra”’”.
16. ¿Qué cartas envía Senaquerib?
16 Entre tanto, Senaquerib, que está guerreando en Libná, llama a su lado a Rabsaqué. Piensa ocuparse de Jerusalén más tarde (Isaías 37:8). Sin embargo, la partida de Rabsaqué no alivia la presión a la que se ve sometido Ezequías. Senaquerib envía cartas amenazadoras que indican lo que los habitantes de Jerusalén pueden esperar si no se rinden: “Tú mismo has oído lo que hicieron los reyes de Asiria a todos los países al darlos por entero a la destrucción, ¿y acaso tú mismo serás librado? ¿Acaso los dioses de las naciones que mis antepasados arruinaron las han librado [...]? ¿Dónde está el rey de Hamat y el rey de Arpad y el rey de la ciudad de Sefarvaim... de Hená y de Ivá?” (Isaías 37:9-13). En esencia, el rey asirio señala que no tiene sentido resistir, pues con ello solo se acarrearán más dificultades.
(Isa 37:8) Después de aquello Rabsaqué regresó y halló al rey de Asiria peleando contra Libná, pues había oído que este había partido de Lakís.
(Isa 37:9-13) Ahora oyó decir respecto a Tirhaqá el rey de Etiopía: “Ha salido a pelear contra ti”. Cuando lo oyó, al instante envió mensajeros a Ezequías, diciendo: 10 “Esto es lo que ustedes deben decir a Ezequías el rey de Judá: ‘No te engañe tu Dios en quien estás confiando, diciendo: “Jerusalén no será dada en la mano del rey de Asiria”. 11 ¡Mira! Tú mismo has oído lo que hicieron los reyes de Asiria a todos los países al darlos por entero a la destrucción, ¿y acaso tú mismo serás librado? 12 ¿Acaso los dioses de las naciones que mis antepasados arruinaron las han librado, aun a Gozán y a Harán y a Rézef y a los hijos de Edén que estaban en Tel-asar? 13 ¿Dónde está el rey de Hamat y el rey de Arpad y el rey de la ciudad de Sefarvaim... de Hená y de Ivá?’”.
17, 18. a) ¿Qué motivo impulsa a Ezequías a solicitar la protección de Jehová? b) ¿Cómo responde Jehová al monarca asirio por medio de Isaías?
17 Profundamente preocupado por las consecuencias de la decisión que debe tomar, Ezequías extiende las cartas de Senaquerib ante Jehová en el templo (Isaías 37:14). En una oración sentida implora a Dios que oiga las amenazas del asirio, y concluye así su ruego: “Y ahora, oh Jehová nuestro Dios, sálvanos de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que tú, oh Jehová, eres Dios, tú solo” (Isaías 37:15-20). De estas palabras se desprende claramente que la principal preocupación de Ezequías no es su propia liberación, sino el oprobio que caerá sobre el nombre de Jehová si Asiria derrota a Jerusalén.
(Isa 37:14) Entonces Ezequías tomó las cartas de la mano de los mensajeros y las leyó, después de lo cual Ezequías subió a la casa de Jehová y extendió aquello delante de Jehová.
(Isa 37:15-20) Y Ezequías se puso a orar a Jehová, diciendo: 16 “Oh Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel, sentado sobre los querubines, tú solo eres el Dios [verdadero] de todos los reinos de la tierra. Tú mismo has hecho los cielos y la tierra. 17 Inclina tu oído, oh Jehová, y oye. Abre tus ojos, oh Jehová, y ve, y oye todas las palabras de Senaquerib que él ha enviado para desafiar con escarnio al Dios vivo. 18 Es un hecho, oh Jehová, que los reyes de Asiria han devastado todas las tierras, y su propia tierra. 19 Y hubo una entrega de sus dioses al fuego, porque no eran dioses, sino la hechura de manos de hombre, madera y piedra, de modo que los destruyeron. 20 Y ahora, oh Jehová nuestro Dios, sálvanos de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que tú, oh Jehová, eres [Dios], tú solo”.

Isa 37:33-38. ”’Por lo tanto, esto es lo que ha dicho Jehová respecto al rey de Asiria: “No entrará en esta ciudad, ni disparará allí una flecha, ni se presentará contra ella con escudo, ni alzará contra ella cerco de sitiar”’. 34 ”‘Por el camino por el cual vino, regresará, y en esta ciudad no entrará —es la expresión de Jehová—. 35 Y ciertamente defenderé esta ciudad para salvarla por causa de mí mismo y por causa de David mi siervo’”. 36 Y el ángel de Jehová procedió a salir y a derribar a ciento ochenta y cinco mil [hombres] en el campamento de los asirios. Cuando la gente se levantó muy de mañana, pues, allí estaban todos, cadáveres muertos. 37 Por eso Senaquerib el rey de Asiria partió y se fue y regresó, y se puso a morar en Nínive. 38 Y aconteció que, mientras se inclinaba en la casa de Nisroc su dios, Adramélec y Sarézer, sus propios hijos, lo derribaron a espada, y ellos mismos escaparon a la tierra de Ararat. Y Esar-hadón su hijo empezó a reinar en lugar de él.
Jehová salió en defensa de su pueblo (ip-1 págs. 391-394 párrs. 18-22).
18 La respuesta de Jehová a la oración del rey llega mediante Isaías. Jerusalén no debe rendirse; debe resistir. Como si se dirigiera a Senaquerib, el profeta declara con denuedo el mensaje de Jehová contra el monarca asirio: “La virgen hija de Sión te ha despreciado, te ha hecho escarnio. Detrás de ti la hija de Jerusalén ha meneado la cabeza [en son de burla]” (Isaías 37:21, 22). Jehová le dice además, aunque con otras palabras: “¿Quién eres tú para burlarte del Santo de Israel? Conozco tus hechos. Eres muy ambicioso y haces grandes alardes. Has confiado en tu poderío militar y has conquistado muchas tierras. Pero no eres invencible. Yo frustraré tus planes. Te venceré, y luego haré contigo lo mismo que tú has hecho con otros. Te pondré un garfio en la nariz y te llevaré de vuelta a Asiria” (Isaías 37:23-29).
(Isa 37:21, 22) E Isaías hijo de Amoz procedió a enviar a decir a Ezequías: “Esto es lo que ha dicho Jehová el Dios de Israel: ‘Porque me has orado respecto a Senaquerib el rey de Asiria, 22 esta es la palabra que Jehová ha hablado contra él: “La virgen hija de Sión te ha despreciado, te ha hecho escarnio. Detrás de ti la hija de Jerusalén ha meneado [la] cabeza.
(Isa 37:23-29) ¿A quién has desafiado con escarnio, y de quién has hablado injuriosamente? ¿Y contra quién has alzado [la] voz y levantas en alto los ojos? ¡Es contra el Santo de Israel! 24 Por medio de tus siervos has desafiado con escarnio a Jehová, y dices: ‘Con la multitud de mis carros de guerra yo mismo... yo ciertamente ascenderé a la altura de regiones montañosas, las partes más remotas del Líbano; y cortaré sus cedros encumbrados, sus enebros selectos. Y entraré en su altura final, el bosque de su huerto. 25 Yo mismo ciertamente cavaré y beberé aguas, y secaré con las plantas de mis pies todos los canales del Nilo de Egipto’. 26 ¿No has oído? Desde tiempos remotos es lo que ciertamente haré. Desde días pasados aun lo he formado. Ahora ciertamente lo haré entrar. Y tú servirás para hacer que ciudades fortificadas queden desoladas como montones de ruinas. 27 Y sus habitantes se hallarán débiles de mano; simplemente estarán aterrorizados y avergonzados. Tienen que llegar a ser como la vegetación del campo y tierna hierba verde, hierba de los techos y de la terraza ante el viento del este. 28 Y tu sentarte quieto y tu salir y tu entrar conozco bien, y tu excitarte contra mí, 29 porque tu excitarte contra mí y tu rugido han subido y entrado en mis oídos. Y ciertamente pondré mi garfio en tu nariz y mi freno entre tus labios, y realmente te conduciré de vuelta por el camino por el cual has venido”.
“Esta será la señal para ti”
19. ¿Qué señal da Jehová a Ezequías, y qué significa?
19 ¿Cómo puede Ezequías estar seguro de que la predicción de Isaías se cumplirá? Jehová responde: “Esta será la señal para ti: Este año habrá un comer de lo que crece de los granos caídos, y en el segundo año, grano que brota de sí mismo; pero en el tercer año siembren, y sieguen, y planten viñas y coman su fruto” (Isaías 37:30). Jehová proveerá alimento a los judíos atrapados. Aunque la ocupación asiria les impida plantar semillas, podrán comer de la rebusca de la cosecha pasada. Al año siguiente, que será sabático, deberán dejar los campos en barbecho, a pesar de su desesperada situación (Éxodo 23:11). Jehová promete que si el pueblo obedece su voz, brotará suficiente grano del terreno para sustentarlos. Luego, al tercer año, los hombres sembrarán la semilla como de costumbre y se deleitarán con el fruto de su trabajo.
(Isa 37:30) ”’Y esta será la señal para ti: Este año habrá un comer de lo que crece de los granos caídos, y en el segundo año, grano que brota de sí mismo; pero en el tercer año siembren, y sieguen, y planten viñas y coman su fruto.
(Éx 23:11) Pero el séptimo año has de dejarla sin cultivar y tienes que dejarla en barbecho, y los pobres de tu pueblo tienen que comer de ella; y lo que ellos dejen lo han de comer las bestias salvajes del campo. De esa manera has de hacer con tu viña y tu olivar.
20. ¿En qué sentido “echarán raíces hacia abajo y producirán fruto hacia arriba” quienes escapen del ataque asirio?
20 Jehová compara ahora su pueblo a una planta que no puede arrancarse con facilidad: “Los que escapen de la casa de Judá [...] ciertamente echarán raíces hacia abajo y producirán fruto hacia arriba” (Isaías 37:31, 32). En efecto, quienes confían en Jehová no tienen nada que temer. Tanto ellos como su descendencia seguirán firmemente establecidos en la tierra.
21, 22. a) ¿Qué se profetiza respecto a Senaquerib? b) ¿Cómo y cuándo se cumplen las palabras de Jehová acerca de Senaquerib?
21 ¿Y las amenazas del monarca asirio contra Jerusalén? Veamos la respuesta de Jehová: “No entrará en esta ciudad, ni disparará allí una flecha, ni se presentará contra ella con escudo, ni alzará contra ella cerco de sitiar. Por el camino por el cual vino, regresará, y en esta ciudad no entrará” (Isaías 37:33, 34). Al final, resulta que no habrá ninguna batalla entre Asiria y Jerusalén. Aunque parezca sorprendente, serán los asirios, y no los judíos, quienes salgan derrotados sin luchar.
22 Fiel a su palabra, Jehová envía a un ángel que abate la flor y nata de las tropas de Senaquerib: 185.000 hombres. Al parecer, la matanza se produce en Libná, y el propio Senaquerib se despierta y encuentra muertos a los caudillos, jefes y hombres fuertes de su ejército. Avergonzado, regresa a Nínive, pero, a pesar de su contundente derrota, persiste obstinadamente en su devoción al dios falso Nisroc. Unos años después, mientras le adora en su templo, es asesinado por dos de sus hijos. Una vez más se hace patente que esa deidad sin vida no tiene poder para salvar (Isaías 37:35-38).
(Isa 37:33, 34) ”’Por lo tanto, esto es lo que ha dicho Jehová respecto al rey de Asiria: “No entrará en esta ciudad, ni disparará allí una flecha, ni se presentará contra ella con escudo, ni alzará contra ella cerco de sitiar”’. 34 ”‘Por el camino por el cual vino, regresará, y en esta ciudad no entrará —es la expresión de Jehová—.
(Isa 37:35-38) Y ciertamente defenderé esta ciudad para salvarla por causa de mí mismo y por causa de David mi siervo’”. 36 Y el ángel de Jehová procedió a salir y a derribar a ciento ochenta y cinco mil [hombres] en el campamento de los asirios. Cuando la gente se levantó muy de mañana, pues, allí estaban todos, cadáveres muertos. 37 Por eso Senaquerib el rey de Asiria partió y se fue y regresó, y se puso a morar en Nínive. 38 Y aconteció que, mientras se inclinaba en la casa de Nisroc su dios, Adramélec y Sarézer, sus propios hijos, lo derribaron a espada, y ellos mismos escaparon a la tierra de Ararat. Y Esar-hadón su hijo empezó a reinar en lugar de él.


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