lunes, 28 de marzo de 2016

MARZO 28 AL 3 DE ABRIL   JOB 11 AL 15

TESOROS DE LA BIBLIA 

 
Job creía en la resurrección(10 mins.):
  • Job 14:1, 2. Job hizo un resumen de la vida del ser humano (w15 1/3 pág. 3; w10 1/5 pág. 5 párr. 2; w08 1/3 pág. 3 párr. 3).

     “El hombre nacido de mujer, de vida breve, lleno de inquietudes; como flor se abre y se marchita, huye como la sombra sin parar.” (Job 14:1, 2, La Biblia de Nuestro Pueblo)


    Desde el principio de los tiempos, la humanidad ha soñado con lo maravilloso que sería vivir eternamente joven. Pero la cruel y triste realidad es que todos morimos. Las palabras arriba citadas fueron pronunciadas por Job hace más de tres mil años y siguen siendo tan ciertas hoy como en aquel entonces.
    El deseo de vivir sin morir es intenso y es compartido por todos. La Biblia nos dice que ese deseo fue plantado por Dios en nuestros corazones, junto con el deseo de comprender la eternidad (Eclesiastés 3:11). ¿Sería razonable que un Dios que nos ama pusiera en nosotros un deseo imposible de satisfacer? Si su respuesta es no, está en lo correcto. La Palabra de Dios dice que la muerte es un enemigo y promete que será “reducida a nada” (1 Corintios 15:26).
     Que la muerte es un enemigo, de eso no hay duda. Ninguna persona en su sano juicio la desea. Al contrario, en cuanto vemos acercarse un peligro, tratamos de huir a toda costa. Y cuando enfermamos, buscamos atención médica. Hacemos lo imposible por evitar las cosa
    ¿De verdad es posible que este enemigo de tantos milenios desaparezca? Sí, lo es. Jehová, nuestro Creador, no nos hizo para vivir unos cuantos años. La muerte no era parte de su idea original. Él tenía la intención de que viviéramos para siempre en la Tierra, y lo que él se propone, lo cumple (Isaías 55:11).
    ¿Cómo, exactamente, acabará Dios con la muerte? A lo largo de la historia, el hombre ha tratado de vencerla, pero sin ningún éxito. La lucha sigue hasta el día de hoy. Los científicos han desarrollado medicamentos y vacunas que han puesto freno a algunas enfermedades. También están estudiando la estructura genética de los seres vivos. En muchas partes, la gente en general vive hoy más años que hace un siglo. Y sin embargo, estamos muy lejos de conquistar a la muerte. Como dice la Biblia, “todos vuelven al polvo” (Eclesiastés 3:20).
    Pero hay buenas noticias: no dependemos del ingenio humano para ver resuelto este problema. Jehová ya ha tomado las medidas necesarias para salvarnos de la muerte, para rescatarnos de ella, y ha utilizado a Jesucristo para alcanzar ese fin.


     Como indica la Biblia, las consecuencias de aquel pecado fueron nefastas para todos los seres humanos: “Por medio de un solo hombre [Adán] el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado” (Romanos 5:12). Además, se vieron perjudicadas tanto nuestra relación con el Creador como nuestra constitución física, mental y emocional. Así pues, la humanidad quedó igual que una casa abandonada: en condiciones lamentables. Sin duda, el justo Job tenía razones de sobra para afirmar que “la vida de un ser humano es muy corta y llena de amarguras” (Job 14:1, La Palabra de Dios para Todos).

    ¡Necesitamos un rescate!  

    Claro está, la mayoría de nosotros nunca quedaremos atrapados bajo tierra como aquellos mineros, y puede que jamás corramos el riesgo de perder la vida en una catástrofe. Aun así, todos necesitamos que se nos rescate, pues por nuestros propios medios no podemos escapar de los estragos que causan la enfermedad, la vejez y, finalmente, la muerte. El fiel patriarca Job lo expresó muy bien cuando dijo: “El hombre, nacido de mujer, es de vida corta y está harto de agitación. A semejanza de una flor ha salido y es cortado, y huye como la sombra y no sigue existiendo” (Job 14:1, 2). Hoy día, unos tres mil quinientos años después, esas palabras siguen siendo ciertas, pues ninguno de nosotros puede por sí mismo escapar de la muerte, el fatal desenlace de la vida. Sin importar dónde vivamos ni cuánto nos cuidemos, todos necesitamos ser rescatados de las garras del sufrimiento, la vejez y la muerte.

    #. Job 14:13-15a. Job sabía que Jehová no se olvidaría de él (w15 1/8 pág. 5; w14 1/1 pág. 7 párr. 4; w11 1/3 pág. 22 párrs. 2-4).


    LA RESPUESTA QUE DA LA BIBLIA: “Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán [la] voz [de Jesús] y saldrán” (Juan 5:28, 29).
    Jesucristo predijo que en el futuro, cuando él gobierne, vaciará las tumbas. “Me quedé asombrado después de leer Juan 5:28, 29 —recuerda Fernando, mencionado en el artículo anterior—. Se trataba de una esperanza clara, y empecé a ver el futuro con optimismo.”
    El fiel patriarca Job creía que llegaría el día en que Dios le devolvería la vida. Job preguntó: “Si un hombre [...] muere, ¿puede volver a vivir?”. Y él mismo declaró convencido: “Todos los días de mi trabajo obligatorio [el tiempo que esté en el sepulcro] esperaré, hasta que llegue mi relevo. Tú llamarás, y yo mismo te responderé” (Job 14:14, 15).
    Lázaro resucitado abraza a su hermana
    La resurrección de Lázaro nos da esperanza para el futuro
    La resurrección no era una esperanza desconocida para Marta, la hermana de Lázaro. Después de la muerte de este, Jesús le dijo: “Tu hermano se levantará”. Y ella le respondió: “Yo sé que se levantará en la resurrección en el último día”. Entonces Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir” (Juan 11:23-25). Más tarde, Jesús resucitó a Lázaro. Este impresionante relato nos permite imaginar lo que sucederá en el futuro. ¡Qué emocionante será ver la resurrección de millones de personas por todo el mundo!

    ¿Resucitará gente en el cielo?

    LA RESPUESTA QUE DA LA BIBLIA: La Palabra de Dios muestra que la resurrección de Jesucristo fue muy diferente a las otras ocho que se relatan en ella. ¿En qué sentido? Pues aquellas ocho personas resucitaron en la Tierra. Sin embargo, la Biblia dice sobre la resurrección de Jesucristo: “Él está a la diestra de Dios, porque siguió su camino al cielo” (1 Pedro 3:21, 22). ¿Sería Jesucristo el único que resucitaría para vivir en el cielo? Tiempo antes les había prometido a sus discípulos: “Si prosigo mi camino y les preparo un lugar, vengo otra vez y los recibiré en casa a mí mismo, para que donde yo estoy también estén ustedes” (Juan 14:3).
    Jesucristo fue al cielo e hizo los preparativos para recibir a algunos de sus discípulos. Según la Biblia, el total de los que irán al cielo es de 144.000 personas (Revelación [Apocalipsis] 14:1, 3). Pero ¿qué harán allí esos cristianos?

    ¡La muerte no es el fin!

     Dirigiéndose al Todopoderoso, Job respondió su propia pregunta: “Tú me llamarás, y yo te responderé; desearás ver la obra de tus manos” (Job 14:15, Nueva Versión Internacional). Este hombre fiel estaba seguro de que Jehová deseaba traerlo de vuelta a la vida. ¿Se estaría engañando? No, en absoluto.  

    “Por la obra de tus manos sentirás anhelo”w11 1/3 pág. 22 párrs. 2-4).

    Job, un hombre de fe incomparable, pronunció estas palabras en un momento muy doloroso de su vida. Lo había perdido todo: sus amados hijos, sus riquezas y su salud. Consumido por el sufrimiento físico y emocional, clamó a Dios: “¡Oh que en el Seol me ocultaras[!]” (versículo 13). Al hablar del Seol, el versículo se refiere al lugar simbólico al que van todos los seres humanos al morir. Así pues, Job consideraba que ir a la tumba sería un alivio, pues allí terminarían sus penas y desgracias. Estaría a salvo y protegido, como un tesoro escondido por Dios mismo.*
    ¿Esperaba Job permanecer en el Seol para siempre? No, pues le rogó a Dios: “[¡]Que me fijaras un límite de tiempo y te acordaras de mí!”. Él tenía fe en que Jehová no se olvidaría de él y por eso confiaba en que solo estaría en el Seol durante un tiempo. Luego comparó ese período a un “trabajo obligatorio”, una espera forzosa. Pero ¿hasta cuándo esperaría? Él contestó: “Hasta que llegue mi relevo [o liberación]” (versículo 14). Así que Job será eximido de esa carga cuando sea liberado del Seol, es decir, cuando sea resucitado.
    ¿Qué garantía tenía Job de que ese momento llegará? Él conocía bien lo que siente nuestro amoroso Creador por sus siervos que han fallecido. “Tú llamarás —le dijo a Dios—, y yo mismo te responderé. Por la obra de tus manos sentirás anhelo.” (Versículo 15.) Job reconocía que él era obra de las manos de Jehová. Al fin y al cabo, fue Dios quien hizo posible que Job se formara en el vientre de su madre. Jehová le había concedido la vida, y también podría devolvérsela (Job 10:8, 9; 31:15).


     Movido por su amor, Jehová ha decidido resucitar a los muertos. “Si un hombre [...] muere, ¿puede volver a vivir? —preguntó Job—. Tú llamarás, y yo mismo te responderé. Por la obra de tus manos sentirás anhelo” (Job 14:14, 15). Job estaba convencido de que su Padre celestial anhelaría resucitarlo. ¿Conserva Dios ese deseo? La Biblia asegura: “Yo soy Jehová; no he cambiado” (Malaquías 3:6). En efecto, Dios sigue anhelando resucitar a los muertos para que disfruten de una vida feliz. Eso es lo que desearía todo padre que ha perdido a un hijo. Lo bueno es que Dios, no solo tiene el deseo, también tiene el poder para hacerlo (Salmo 135:6).

     Dios nos ha dado la emocionante esperanza de la resurrección (Hech. 24:15). Sin duda, es muy doloroso perder a un ser querido. Pero gracias a la promesa de la resurrección, no sufrimos tanto como “los demás que no tienen esperanza” (1 Tes. 4:13). Jehová desea intensamente devolverles la vida a las personas, sobre todo a sus siervos fieles, como el justo Job (Job 14:15). Imagínese la alegría que sentiremos cuando resuciten los muertos y presenciemos el feliz reencuentro de familiares y amigos íntimos. ¡Nuestro corazón rebosará de amor por nuestro Padre celestial! ¡Qué bueno es Jehová por darnos esa esperanza tan maravillosa!


    ¿Esperaba Job permanecer en el Seol para siempre? No, pues le rogó a Dios: “[¡]Que me fijaras un límite de tiempo y te acordaras de mí!”. Él tenía fe en que Jehová no se olvidaría de él y por eso confiaba en que solo estaría en el Seol durante un tiempo. Luego comparó ese período a un “trabajo obligatorio”, una espera forzosa. Pero ¿hasta cuándo esperaría? Él contestó: “Hasta que llegue mi relevo [o liberación]” (versículo 14). Así que Job será eximido de esa carga cuando sea liberado del Seol, es decir, cuando sea resucitado.
    ¿Qué garantía tenía Job de que ese momento llegará? Él conocía bien lo que siente nuestro amoroso Creador por sus siervos que han fallecido. “Tú llamarás —le dijo a Dios—, y yo mismo te responderé. Por la obra de tus manos sentirás anhelo.” (Versículo 15.) Job reconocía que él era obra de las manos de Jehová. Al fin y al cabo, fue Dios quien hizo posible que Job se formara en el vientre de su madre. Jehová le había concedido la vida, y también podría devolvérsela (Job 10:8, 9; 31:15).
    Este pasaje nos enseña una valiosa lección: Jehová les tiene un gran cariño a aquellos que, como Job, se ponen en sus manos y dejan que él moldee su personalidad (Isaías 64:8). Él valora muchísimo a sus siervos fieles y siente un profundo “anhelo” por los que han muerto. Hablando sobre la palabra hebrea que aquí se traduce “anhelo”, un especialista explica: “Sin duda, es uno de los términos que con mayor vigor transmiten el sentimiento de añoranza profunda”. Así es: Jehová no solo se acuerda de sus siervos que han fallecido; también los echa mucho de menos y anhela verlos con vida otra vez.
    ¡Qué bueno es Jehová, que decidió incluir esta hermosa esperanza en uno de los libros más antiguos de la Biblia!* Él desea que volvamos a ver a los seres queridos que hemos perdido. Recordar esto puede ayudarnos a sobrellevar el dolor de su muerte. ¿No le gustaría conocer mejor a un Dios tan amoroso? Si permite que él moldee su vida, podrá estar entre quienes vean con sus propios ojos el maravilloso día en que Dios cumpla su promesa de resucitar a los muertos.

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